ESTRATEGIAS DE
APRENDIZAJE Y DE ENSEÑANZA
¿Qué son las estrategias
de aprendizaje?
Según Weinstein y Mayer: "las estrategias de
aprendizaje pueden ser definidas como conductas y pensamientos que un aprendiz
utiliza durante el aprendizaje con la intención de influir en su proceso de
codificación" Weinstein y Mayer, 1986.
De la misma forma, Dansereau (1985) y también Nisbet
y Shucksmith (1987) las definen como secuencias integradas de procedimientos o
actividades que se eligen con el propósito de facilitar la adquisición,
almacenamiento y/o utilización de la información.
Otros autores (p.ej., Beltrán, García-Alcañiz,
Moraleda, Calleja y Santiuste, 1987; Beltrán, 1993) las definen como
actividades u operaciones mentales empleadas para facilitar la adquisición de
conocimiento. Y añaden dos características esenciales de la estrategias: que
sean directa o indirectamente manipulables, y que tengan un carácter
intencional o propositivo.
Para otros autores (p. ej., Schmeck, 1988; Schunk,
1991), las estrategias de aprendizaje son secuencias de procedimientos o planes
orientados hacia la consecución de metas de aprendizaje, mientras que los
procedimientos específicos dentro de esa secuencia se denominan tácticas de
aprendizaje. En este caso, las estrategias serían procedimientos de nivel
superior que incluirían diferentes tácticas o técnicas de aprendizaje.
Por tanto, según Justicia y Cano (1993): las
estrategias son acciones que parten de la iniciativa del alumno (Palmer y
Goetz, 1988), están constituídas por una secuencia de actividades, se
encuentran controladas por el sujeto que aprende, y son, generalmente,
deliberadas y planificadas por el propio estudiante (Garner, 1988).
En base a los comentarios anteriores, y a modo de
síntesis y delimitación conceptual, los rasgos característicos más destacados
de las estrategias de aprendizaje podrían ser los siguientes (Pozo y Postigo,
1993):
a.
Su aplicación no es automática
sino controlada. Precisan planificación y control de la ejecución y están
relacionadas con la metacognición o conocimiento sobre los propios procesos
mentales.
b.
Implican un uso selectivo de los
propios recursos y capacidades disponibles. Para que un estudiante pueda poner
en marcha una estrategia debe disponer de recursos alternativos, entre los que
decide utilizar, en función de las demandas de la tarea, aquellos que él cree
más adecuados.
c. Las
estrategias están constituidas de otros elementos más simples, que son las
técnicas o tácticas de aprendizaje y las destrezas o habilidades. De hecho, el
uso eficaz de una estrategia depende en buena medida de las técnicas que la
componen. En todo caso, el dominio de las estrategias de aprendizaje requiere,
además de destreza en el dominio de ciertas técnicas, una reflexión profunda
sobre el modo de utilizarlas o, en otras palabras, un uso reflexivo y no sólo
mecánico o automático de las mismas (Pozo, 1989b).
Clasificación de las
estrategias de aprendizaje
Aun reconociendo la gran diversidad existente a la
hora de categorizar las estrategias de aprendizaje, suele haber ciertas
coincidencias entre algunos autores (ver por ej., Pintrich, 1989; Pintrich y De
Groot, 1990; Weinstein y Mayer, 1986; McKeachie, Pintrich, Lin y Smith, 1986
-citado en Pokay y Blumenfeld, 1990, González y Tourón, 1992) en establecer
tres grandes clases de estrategias: las estrategias cognitivas, las estrategias
metacognitivas, y las estrategias de manejo de recursos.
1. Las estrategias cognitivas hacen referencia a la integración del nuevo material con el
conocimiento previo. La mayor parte de las estrategias incluídas dentro de esta
categoría; en concreto, las estrategias de selección, organización y
elaboración de la información, constituyen las condiciones cognitivas del
aprendizaje significativo (Mayer, 1992). Este autor define el aprendizaje
significativo como un proceso en el que el aprendiz se implica en seleccionar
información relevante, organizar esa información en un todo coherente, e
integrar dicha información en la estructura de conocimientos ya existente.
2. Las estrategias metacognitivas hacen referencia a la planificación, control y evaluación por
parte de los estudiantes de su propia cognición. Son un conjunto de estrategias
que permiten el conocimiento de los procesos mentales, así como el control y
regulación de los mismos con el objetivo de lograr determinadas metas de
aprendizaje (González y Tourón, 1992). El conocimiento metacognitivo requiere
conciencia y conocimiento de variables de la persona, de la tarea y de la
estrategia (Flavell, 1987; Justicia, 1996). En relación con las variables
personales está la conciencia y conocimiento que tiene el sujeto de sí mismo y
de sus capacidades y limitaciones cognitivas; aspecto que se va formando a
partir de las percepciones y comprensiones que desarrollamos nosotros mismos en
tanto sujetos que aprenden y piensan (Justicia, 1996).
Por consiguiente, una buena base de conocimientos de
las características y demandas de la tarea, de las capacidades, intereses y
actitudes personales, y de las estrategias necesarias para completar la tarea,
son requisitos básicos de la consciencia y conocimientos metacognitivo; a lo
que debemos de añadir la regulación y control que el propio sujeto debe ejercer
sobre todo lo anterior. Para Kurtz (1990), la metacognición regula de dos
formas el uso eficaz de estrategias: en primer lugar, para que un individuo
pueda poner en práctica una estrategia, antes debe tener conocimiento de
estrategias específicas y saber cómo, cuándo y porqué debe usarlas. Así, por
ejemplo, debe conocer las técnicas de repaso, subrayado, resumen, etc. y saber
cuando conviene utilizarlas. En segundo lugar, mediante su función
autorreguladora, la metacognición hace posible observar la eficacia de las
estrategias elegidas y cambiarlas según las demandas de la tarea.
3. Las estrategias de manejo de recursos son una serie de estrategias de apoyo que incluyen
diferentes tipos de recursos que contribuyen a que la resolución de la tarea se
lleve a buen término (González y Tourón, 1992). Tienen como finalidad
sensibilizar al estudiante con lo que va a aprender; y esta sensibilización
hacia el aprendizaje integra tres ámbitos: la motivación, las actitudes y el
afecto (Beltrán, 1996; Justicia, 1996). La importancia de los componentes
afectivo-motivacionales en la conducta estratégica es puesta de manifiesta por
la mayor parte de los autores que trabajan en este campo. Todos coinciden en
manifestar que los motivos, intenciones y metas de los estudiantes determinan
en gran medida las estrategias específicas que utilizan en tareas de
aprendizaje particulares. Por eso, entienden que la motivación es un componente
necesario de la conducta estratégica y un requisito previo para utilizar
estrategias.
Todo esto nos indica que los estudiantes suelen
disponer de una serie de estrategias para mejorar el aprendizaje, aunque la
puesta en marcha de éstas depende, entre otros factores, de las metas que
persigue el alumno, referidas tanto al tipo de metas académicas (p. ej., metas
de aprendizaje-metas de rendimiento) como a los propósitos e intenciones que
guían su conducta ante una tarea de aprendizaje en particular.
De este modo, parece que no es suficiente con
disponer de las estrategias de aprendizaje adecuadas; es necesario también
saber cómo, cuándo y porqué utilizarlas, controlar su mayor o menor eficacia,
así como modificarlas en función de las demandas de la tarea. Por tanto, el
conocimiento estratégico requiere saber qué estrategias son necesarias para
realizar una tarea, saber cómo y cuándo utilizarlas; pero, además, es preciso
que los estudiantes tengan una disposición favorable y estén motivados, tanto
para ponerlas en marcha como para regular, controlar y reflexionar sobre las
diferentes decisiones que deben tomar en el momento de enfrentarse a la
resolución de esa tarea.
Por consiguiente, cuando se aborda el tema de las
estrategias de aprendizaje no puede quedar sólo reducido al análisis y puesta
en marcha de determinados recursos cognitivos que favorecen el aprendizaje; es
preciso, además, recurrir a los aspectos motivacionales y disposicionales que
son los que, en último término, condicionan la puesta en marcha de dichas estrategias.
Aunque para realizar un óptimo aprendizaje sea necesario saber cómo hacerlo,
poder hacerlo, lo que requiere ciertas capacidades, conocimientos, estrategias,
etc.; también se precisa de una disposición favorable por parte del estudiante
para poner en funcionamiento todos los recursos mentales disponibles que
contribuyan a un aprendizaje eficaz.
CLASIFICACIÓN Y FUNCIONES DE LAS ESTRATEGIAS DE
APRENDIZAJE
Las principales estrategias de enseñanza son las
siguientes:
Objetivos o propósitos del
aprendizaje
Resúmenes
Ilustraciones
Organizadores previos
Preguntas intercaladas
Pistas topográficas y
discursivas
Analogías
Mapas conceptuales y redes
semánticas
Uso de estructuras textuales
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